
Dicen que a la historia la escriben los que ganan... Asumo entonces que son estos mismos los que provocaron que hoy leamos en los libros lo que ellos decidieron contar, haciendo -en la mayoría de los casos- un recorte sémico que les permitió moldear los hechos que dejan de ser hechos desde el momento en que ese proceso se activa. La pregunta es si realmente vale la pena hacer una inversión cognoscitiva, que se vuelve crónica a medida que leemos y nos empapamos de los temas que nos hacen mella, para intentar solucionar algo que, a ciencia cierta, no sabemos si es posible resolver.
¿Es esto tiempo perdido? ¿Qué nos queda luego de que la formación y el involucramiento parecen quedar obsoletos? Por lo pronto buscaré seguir leyendo e incurriendo en los textos que me permitan una dialéctica histórica capaz de desembocar en una síntesis siempre subjetiva aunque poco intencionada. Sócrates decía que el verdadero sabio es el que sabe lo que ignora y tras esa filosofía voy, rezando para que las aves no se coman las migas de pan que el griego nos dejó para no perder su rastro. Hoy sé que mientras ignore todo lo que sé que ignoro, tendré un arduo trabajo por delante para lograr comprender e internalizar todo el contenido que deseo no ignorar de hoy en adelante.
¿Razón aparente? Sólo para intentar esbozar una breve y parcial, pero satisfactoria respuesta a las preguntas con las que comencé el escrito. Aunque tendrá vigencia sólo hasta que un nuevo ganador escriba por sobre nuestros conocimientos el relato de los hechos, [desde entonces carecidos de temas originales] que pierden la calidad de tales y se asientan sobre realidad y luego, se cristalizan en la historia.