Estoy muy contenta de poder escribir sobre un película que ayer renovó mis esperanzas. Luego de ver Sex and the City, en donde el papel de una relacionista público no “educa” sobre lo que es nuestra profesión (por lo menos así lo vemos los que estudiamos varios largos años en una institución educativa) llegó Hancock.
Les soy sincera. Cuando se estrenó en el cine no me interesó, ya que por la difusión pensé que era una simple película de superhéroes al estilo Superman. Pero después que varios colegas la recomendaron como un aporte valioso a nuestra profesión, decidí verla.
Para aquellos que todavía no tuvieron la posibilidad de verla les dejo un breve resumen del argumento:
Hancock es una película de superhéroes, protagonizada por Will Smith y dirigida por Peter Berg. La historia gira alrededor de John Hancock, un superhéroe odiado por la gente con problemas de alcoholismo que, con ayuda de un experto en relaciones públicas Ray Embrey (Jason Bateman) intentará reconciliarse con la sociedad y ser el superhéroe que todos esperan. (Leer más)
¿Qué hace fascinante a esta película para nosotros?
El enfoque (al fin acertado) de lo que son las relaciones públicas. El personaje interpretado por Bateman es un consultor de relaciones públicas al cual se lo muestra en su labor, buscando que empresarios adopten una idea innovadora en la gestión del negocio. Esto le resulta casi imposible por la negativa de los directivos de la empresa, ya que consideran que es una propuesta alocada.

Por otro lado, se puede ver cómo se aplica hoy el modelo bidireccional de las relaciones públicas y hasta como se da el proceso, si hacemos un análisis más fino. La importancia de la comunicación y el feedback de la misma. Al comienzo de la relación superhéroe-consultor, el profesional le muestra cómo lo percibe la gente, qué sienten respecto de su conducta y qué esperan de él.
Por lo que le propone llevar a cabo una estrategia que modificará esas percepciones negativas sobre su labor como superhéroe con el fin de ser aclamado y reconocido por todos en la ciudad. ¿Qué planea nuestro colega? Un cambio de actitud de los aspectos que a los ciudadanos, policías, gobierno y periodistas no les gusta. Lo primero que Hancock hace es salir del silencio. Con ayuda del profesional, el superhéroe enfrenta a las cámaras de televisión, pide disculpas por su desastroso accionar, anuncia que pagará por los daños ocasionados yendo a la cárcel y que aceptará ayuda para dejar de beber. Esto crea expectativas. El relacionista le enseña cómo tratar a las personas y cómo relacionarse con los policías. Hasta modifica su vestimenta con el fin de que sea lo que visualmente lo identifique.

El resto queridos colegas lo sabrán mirando la película. ¿Por qué tanta alegría? Porque considero que es un pequeño avance para que se comprenda qué es lo que hacemos a diario, que no hablamos de algo improvisado y de poco valor. Estamos hablando de poder. ¡Exactamente! Poder que a veces utilizamos con fines éticos en el marco de las buenas prácticas y a veces se desborda y enloquecemos. Esto es lo que muchos no comprenden de la profesión, tenemos tanto poder y responsabilidad como un médico que tiene en sus manos la vida de una persona.
Hasta llegué a tener recomendaciones de cambiar de carrera por “lo mal vista y paga” que está en Argentina. Les diré que me siento feliz por haber encontrado algo que me llena, me emociona, me apasiona y que sé que en un futuro seguirá siendo igual. ¿Saben cómo se llama? Vocación. Lastima que seamos pocos los que entendamos este sentimiento y no seamos movilizados sólo por el dinero.